Osvaldo Giordano

Nací hace 61 años. Como a muchos, esto me otorga la posibilidad de acumular de primera mano las frustrantes experiencias que brida la decadencia argentina. 

Estoy en pareja con Alejandra Torres, mi gran compañera profesional pero fundamentalmente de vida. Padre de Vicu, Java y Caro, y abuelo de Alina y Luca. Me encantaría poder decir con sinceridad que descarten la alternativa de emigrar porque la Argentina es el mejor lugar para vivir.

Viví mi infancia y juventud en Argüello, un barrio en ubicado en la periferia de la Ciudad de Córdoba. Mi recuerdo es el de un contexto de humildad y carencias pero en el que prevalecía la esperanza de que con esfuerzos se puede ser protagonista del progreso. 

Mis padres fueron hijos de inmigrantes. Mi papá trabajó toda su vida como obrero de IKA Renault, además de hacer trabajos de construcción. Mi mamá administraba un pequeño negocio de barrio. Con mucho esfuerzo, pudieron construir la casa donde vivíamos. 

Eran épocas donde no existía la alternativa de los planes sociales, pero sí la de que con trabajo y esfuerzo se podía construir el bienestar de la familia. Se sufrían muchas carencias como no tener teléfono, ni servicio de gas en red o acceso al agua muy precario. La contracara era el disfrute de poder andar en bicicleta o jugar al futbol con total libertad, ya que no existían problemas de inseguridad como los sufrimos en la actualidad.

Una de las principales apuestas de mis viejos fue confiar en la educación pública como factor de progreso. Para ellos fue una gran satisfacción lograr que sus tres hijos sean la primera generación en la familia con un título universitario.

Al poco tiempo de haber ingresado a la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba, gracias a la recomendación de un profesor, ingresé como pasante al IEERAL de la Fundación Mediterránea. Fue una etapa muy importante en mi vida porque hasta ese momento sentía mucha confusión sobre mi vocación. 

En la facultad aprendí mucho y conocí gente con la que, en algunos casos, seguimos trabajando juntos hasta el presente. El IEERAL me ayudó a descubrir mi pasión por las políticas públicas.  Me considero un privilegiado de haber podido acceder, siendo apenas un estudiante inicial de la carrera de economía, a los seminarios internos y escuchar los análisis y discusiones entre grandes economistas. 

En la década de los 90 ocupé diferentes roles en el Gobierno nacional. Con el equipo que me acompañó, trabajamos en una gran cantidad de proyectos. Acumulamos frustraciones y logros. Entre estos últimos recuerdo algunos que aportaron progresos en áreas sociales muy relevantes y lograron perdurar en el tiempo. Uno de ellos es el diseño y la instrumentación del mecanismo que permitió instaurar la libre elección de obra sociales, rompiendo con la larga y perversa tradición de afiliación cautiva. Otro que nos insumió mucho esfuerzo fue el diseño, negociación e instrumentación el sistema de riesgos del trabajo. Ver las estadísticas de como bajó la mortalidad por accidentes de trabajo a partir de esta reforma es una recompensa por el esfuerzo invertido.

Trabajando como consultor del BID y el Banco Mundial tuve la oportunidad de explorar las políticas públicas desde otra perspectiva y en otras realidades. Con distintos grados de intensidad y en diferentes temas trabajé en Uruguay, Chile, Paraguay, El Salvador, México, República Dominicana Costa Rica.

Junto con Alejandra Torres y Jorge Colina creamos el Instituto para el Desarrollo Social Argentino. Lo hicimos con el objetivo de contar con otra herramienta que nos permita aportar para mejora la calidad de las políticas públicas. Desde ese ámbito participé en una gran cantidad de estudios que fueron publicados a través de diferentes vías.

En diciembre del 2007 me hice cargo de la Caja de Jubilaciones de Córdoba. Por la crítica y caótica situación financiera, administrativa e institucional en que se encontraba el organismo creo que fue el desafío más grande que me tocó enfrentar en mi vida profesional. El intenso trabajo que tuvimos que desplegar tiene como recompensa haber logrado avanzar en un ordenamiento integral y colocar a la Caja como un ejemplo de modernización del Estado.

A partir del 2015 estoy a cargo del Ministerio de Finanzas de la Provincia de Córdoba. Más allá de las responsabilidades rutinarias, estamos destinando especial dedicación y esfuerzo a impulsar ideas innovadoras en la gestión pública. Lo hacemos con la convicción de que la transformación digital es imprescindible para construir un Estado presente y que funcione.

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